son trechos infinitos de un discurrir en vano;
ya se fugó la vida camino de lo amado
de súbito emergío del cieno en que habitamos.
Mas no se fue completa, se marchó
su lado de sal y brisa, su zona menos dañada,
el bunker donde anidan los besos en un tarro,
tu boca entre papeles, tu libertad quebrada,
unas pesetas de Franco, un helado de vainilla
y los gatos que maullán sobre las tejas calientes
en veranos infantiles, inmensos como el verdor
de los pinares eternos, de las marismas... de Luna
para mis ojos abiertos al amor y sus milagros.
Ya se fugó desnuda, dejé la cancela abierta
y ya estará camino de la esperanza leve,
y seguirá los senderos por donde queden las huellas
de las almas sin heridas...
y yo esperaré tranquilo,
entre las rocas sentado, oteando el horizonte
por si avistará , acaso, un bajel en lontanza,
donde viniesen la luz de mis ojos,
las ganas, algún beso de soslayo
, el olor de los colores,
las horas, los suspiros,
y el grana de tus labios.
Paco José González
Maravillosas son tus letras, Paco. Un gran placer leer.
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